Desde que empecé a correr (que fue en
2011, tampoco hace tanto) hay ciertas carreras del circuito que nunca
he podido hacer, y quizá a la que más ganas le tenía era a la de
Las 3 Leguas de Villamalea, por eso de que son más de 16 km y a mí
me llaman las carreras de más de 10 km. Sin embargo, siempre
coincide con la fecha en la que me voy a hacer con mi hermano el
triatlón de Agramón, razón por la cual hasta ahora nunca la había
corrido. Como digo, hasta ahora, porque este año con ya la varias
veces comentada paja mental de intentar escalar hasta lo más alto en
el circuito de la Manchuela, había decidido participar y dejar de
lado el triatlón.
Así que allá que nos fuimos hasta
Villamalea (en realidad no está demasiado lejos) un nutrido grupo de
keniatas dispuestos a darlo todo (unos más que otros).
Además, en esta carrera le devolvía
por fin su camiseta al Rayol (mil gracias) y hacía uso en propiedad
de una de Curro. Como además no estaba Tato, me permití llevarla
sin nada debajo, mostrando mi impresionante musculatura a sabiendas de que no habría tantas fotos como si sí estuviera nuestro fotógrafo oficial (aunque con Gabi fue suficiente).
A priori la cosa estaba clara: Tres
vueltas a un circuito urbano con mucho calor. El regalo no estaba
mal, pero lo de incluir un forro polar casi parecía una coña
teniendo en cuenta que se podían freír huevos sobre el asfalto.
Empezamos, y rápidamente Hurtado y Eco
salen cagando leches. Yo quiero ir rápido pero sin ir a muerte
porque llevo bastantes carreras y me quedan unas cuantas, y además
sé que no estoy a su nivel, pero tampoco quiero ir demasiado
relajado porque es Manchuela y como ya he dicho estoy muy pendiente
de la clasificación general, así que dado que Pepito ha dicho de ir
con el grupete que van a formar los Keniatas para ir de tranqui, me
va a tocar correr solo.
Para abreviar no haré un detalle tan
pormenorizado como en otras ocasiones, en plan comentar cada
kilómetro, baste decir que los avituallamientos estuvieron bien, que
había puestos con esponjas cada poco tiempo (aunque para cuando
cogías la esponja le quedaba bastante poco líquido) y que la
tercera vuelta no dejaba indiferente a nadie: Hay quien dice que le
gusta porque así puede estudiar bien el terreno y correr sabiendo ya
con detalle lo que hay y lo que toca, pero personalmente a mí se me
hizo larga; acostumbrado a que las cosas suelan ser dos vueltas a un
circuito, cuando completé la segunda supongo que inconscientemente
estaba esperando terminar, y tener que volver a hacer una tercera vez
todo mentalmente se me hizo pesado.
Además, igual que en Mahora vuelvo a no correr a gusto, pero esta vez sé el motivo: Como la carrera es tarde, decido no comer demasiado pronto para que luego no me dé hambre, y como aun así como 4 horas antes de la carrera, pienso que voy a tener tiempo de sobra para hacer la digestión y me empancino. Error. Ya lo sé para la próxima vez.
Además, igual que en Mahora vuelvo a no correr a gusto, pero esta vez sé el motivo: Como la carrera es tarde, decido no comer demasiado pronto para que luego no me dé hambre, y como aun así como 4 horas antes de la carrera, pienso que voy a tener tiempo de sobra para hacer la digestión y me empancino. Error. Ya lo sé para la próxima vez.
De todas formas, consigo sobreponerme
a la pesadez estomacal y al cansancio mental y hacer la tercera vuelta más rápida que las
otras dos, incluso más rápida que cualquier otra tercera vuelta de
mis compañeros keniatas, y como premio decido darme un descanso en
la llegada dado que el que tengo delante está muy lejos y el que
llevo detrás también. Sin embargo, conforme pasamos la marca del
último km veo que el que llevo atrás empieza a apretar. No pasa
nada, yo llevo buen ritmo y no me va a pillar. Vuelvo a mirar y veo
que se acerca. Aprieto el paso pero se sigue acercando. Aprieto más
y se acerca. Ni siquiera tengo la meta a la vista, pero pa chulo yo,
así que decidido a no dejarme superar esprinto. Para mi sorpresa, me
aguanta el esprint, e incluso sigue ganándome algo de terreno, pero
entonces torcemos una esquina y veo la calle que lleva a la meta, así
que ahí tiro de orgullo y aprieto a muerte. No recuerdo haber
esprintado así desde el hachazo del Presi en Villarrobledo, voy al
120%, pero da resultado y ahora soy yo quien gana espacio. El
problema es que ha sido un esprint tan largo que me estoy comiendo al
que llevaba delante, quien para mi horror se para y coge a sus hijos.
Después de la que solté en Caudete debería pararme, pero
literalmente no puedo, de manera que paso por delante de ese corredor
(y por supuesto del que me ha obligado a esprintar, quien viendo el
vídeo de meta al verme ganar terreno al final se rindió). Muy
contento por haber conseguido ese final explosivo pero muy
avergonzado por haber adelantado a alguien que estaba entrando a meta
con sus hijos voy a disculparme, y me dice que no me preocupe, que el
circuito le importa muy poco y que no sufra por una posición.
La foto de llegada a meta me pilla en
una posición chula, pero la talla L de Curro sobre mi cuerpo serrano
me llevan a buscar tienda para que me apañen un poco los tirantes,
porque la verdad es que doy un poco de lástima. A ver si alguien se
va a tomar en serio lo de Los Keniatas y va a intentar darme un
bocata o algo...
Con mi conciencia algo más tranquila
me voy al piscolabis, que es bastante aceptable. Después había una
paellada a la que algunos keniatas como Mancebo o el Líder se
quedaron, pero yo tenía deberes y en cuanto se pudo a casita.
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