domingo, 19 de mayo de 2013

Media de Almansa (o "¿Estaré bien pa Albacete?")


Tras un pequeño parón (toque de atención al resto de Keniatas, que si sólo se hacen crónicas de las que corro yo mal vamos, que son 44 y yo bastante tendré si corro 20), aquí volvemos.

La Media Maratón de Almansa es la más multitudinaria de todo el circuito de Albacete, y este año año había casi 3333 corredores inscritos. Además también es una de las que mejores regalos ofrece, ya que la camiseta es de las buenas y los calcetines me consta que son de los que mucha gente guarda para las carreras importantes.

Así que allá que fuimos. Para casi todos los que conozco iba a ser una especie de prueba de cara a la Media de Albacete, verdadera carrera reina del circuito, y yo no era una excepción, así que allá que iba con mi colega Juan en principio para hacerla en plan relax, simplemente por debajo de 1:45 (sí, soy consciente de cómo queda eso, ya que soy el primero para el que no hace ni dos años que terminar una media por debajo de ese tiempo era un sueño). Como somos como somos, durante el viaje nos animamos y decidimos que mejor hacerla en menos de 1:44, para correr más o menos a 4:55, y luego si por el km 15 o así nos vemos fuertes apretar más.

Las previsiones eran malas y se cumplen: Parece que no va a llover, pero el viento es muy molesto y hace que la sensación térmica esté por debajo de los 11-12 ºC a los que estamos, así que casi todas las conversaciones que oyes mientras coges el dorsal y la bolsa van de lo mismo: “¿Corro de largo o de corto?".

Como en la página web de la carrera ponía que se iba a retransmitir por Teledeporte (¿alguien sabe algo de eso? Hubo gente atenta pero nada de nada, ni siquiera estaba programada, y aunque el partido de tenis Nadal-Berdych terminó pronto de relleno pusieron uno femenino, nada de la media de Almansa) y había pedido prestada una camiseta (corrí con la del Rayo) pensé que nada, que había que hacer club, por lo que corrí con la camiseta de tirantes del club (con una negra de manga corta debajo, y eso sí, mallas largas para proteger las patejas).

No tenemos prisa y extendemos el calentamiento, de manera que llegamos a colocarnos apenas un par de minutos antes de la hora. Es decir, casi en la farola. Es decir, que detrás de nosotros apenas habrá unas 200 personas. Es decir, que tenemos delante toda una avenida a rebosar con más de 3000 corredores. Eso, que en principio no debería importarme porque no voy a ir a muerte, me empieza a pesar al verme la camiseta: hay que hacer club y saliendo tan atrás va a ser imposible recuperarle el terreno a la gente que más o menos corre a mi nivel pero saldrá un minuto antes. Pero bueno, esta carrera la corre mucha gente de la zona de Levante que no está en el circuito, así que algo se compensará la cosa.

Cuando el Villa dice que ya van 40 segundos yo sigo clavado en la farola, y para cuando finalmente empiezo a moverme ha pasado bastante tiempo. Cruzo la línea de salida según la organización dos minutos y treinta y cinco segundos después del pistoletazo de salida (tiene que ser menos, ya que casi todo el mundo ha comentado que el GPS le da más tiempo que el real del chip, pero sea como sea soy el último keniata en salir), lo que hace que al principio sea muy difícil avanzar, y así el primer kilómetro transcurre en 5:17.

Las malas noticias continúan, y durante el segundo kilómetro empieza a chispear. ODIO correr lloviendo, ODIO correr con los pies mojados, y encima la cantidad de gente es tan bestial y hemos salido tan atrás que todavía nos cuesta ir ganando posiciones. El segundo kilómetro se nos va en 5:01.

Al tercero por fin la cosa mejora, deja de llover y alcanzamos a nuestros amigos de Corre Garduña Corre. Nos quedamos un rato hablando con ellos y seguimos, pero ese breve tiempo ha hecho que Alberto Rey y JuanRa, con los que habíamos salido con la intención de ir medio en grupo ya que llevábamos un poco la misma idea, hayan desaparecido. 4:57.

A partir de ahí ponemos el piloto automático, y entre breve conversación y saludos a la gente conseguimos mantenernos a cuatro cincuenta y poco. Incluso los kilómetros 6 y 7 los hacemos a 4:38 y 4:47 aprovechando que tienen bajadas. Durante ese tiempo vamos pasando a algunos de mis compis, pues el Rayo, el Líder, Curro y Germán (no vi a Isma) parece que se lo van a tomar con calma.

Llegamos al km 8, el que más subidas tiene, que aunque no son duras son largas y hacen que el tiempo se resienta. 5:09. Pero tras eso llega el tramo final y volvemos a colocarnos a más o menos 4:55 (segundo arriba o abajo).

Pasamos por el arco de primera vuelta con el crono justo para cumplir y terminar en menos de 1:45, y nos tomamos un gel para recuperar fuerzas. Como vamos cumpliendo objetivos y los km 12, 13 y 14 los hacemos clavados a 4:56, lo que me termina de animar, en el 15 aprovechando que vuelven las bajadas le digo a Juan de apretar, de manera que corremos los siguientes tres kilómetros por debajo de 4:50, pasando a mis compis JuanRa y JuanMa en el proceso.

Pero llegamos al kilómetro de las subidas, y a mí se me nota que el cuerpo me pide más, así que tras el kilómetro 19 (que resulta el más lento, a 5:14) Juan me dice que tire millas. Y eso hago, de hecho, de pronto acelero a ritmos que francamente no me esperaba conseguir llevando lo que llevaba en el cuerpo, y es que me pego el km 20 a 4:21 y el 21 a 4:16.

Todo un Keniata, sí señor.

Así las cosas, el final es espectacular. Ya nos habíamos pegado toda la carrera adelantando a gente (relativamente rápido al principio y ya poco a poco a partir del km 8 conforme íbamos pillando a la gente que corre más o menos a nuestro ritmo), pero es que en estos dos kilómetros finales parezco un coche en un carril bici. No hago más que ir pasando a gente, y eso me da unos ánimos bestiales. Incluso alcanzo a Alberto, que se ha separado de JuanRa.

Cruzo la meta con muy buenas sensaciones, pues he conseguido mantenerme a un ritmo rápido sin problemas e incluso apretar mucho al final.

Pero entre que el piscolabis es bastante escaso y que sigue haciendo viento y frío en cuanto llega a meta Juan estiramos un poco y nos vamos.

Según la organización he hecho la media en un tiempo real de 1:41:19, y aunque mi GPS me dice que han sido casi 1:42, el tiempo sigue siendo una pasada. Significa que he ido durante toda la carrera a ritmo de 1:43 y que en los dos kilómetros finales he ganado un minuto con una media de pulsaciones de 156. Si a eso sumamos el mal tiempo de los dos primeros kilómetros, el objetivo de correr Albacete por debajo de 1:40 parece factible.

Y mi tiempo no ha sido nada comparado con el de mis compañeros, pues he sido el sexto del club. Tiempazos de Isa, Mancebo y Pepito, y mención de honor para Hurtado y Macu, que han bajado de 1:30.


viernes, 3 de mayo de 2013

Maratón de Madrid 2013



D'ARTAGNAN Y LOS TRES MOSQUETEROS EN MADRID

Todavía recuerdo la tarde en que salimos a entrenar como muchas otras veces, el grupo de la muerte (nombre que nuestro amigo Rayo nos puso, supongo que parte de cachondeo y parte de motivación), o como a mí me gusta llamarlo, los tres mosqueteros: Antonio Hurtado, Antonio Molina y Eco, un servidor.
Al llevar un ratico rodando, Molina nos propuso hacer juntos el maratón de Madrid, lo miré como un cordero al matadero y pensé que sería cosa de un calentón, pero no, el tío lo decía en serio, además argumentaba que podíamos aprovechar el que entrenábamos juntos y hacer los rodajes largos algunos domingos, que seguro que podíamos, que patatín y patatán.

Se va madurando la idea y nos vamos animando cada vez más hasta contagiar de ilusión a otro compañero: se nos une Juan Garijo “el zorro”,  un nuevo fichaje del equipo y que nos quiere acompañar en la hazaña que nos proponemos realizar y que es de esos que tienen miedo a no tenerle miedo a nada.
A falta de confirmar si alguien más nos acompañaría, la formación de D'artagnan (Antonio Molina como motor y chófer de la idea de principio a fin) y los tres mosqueteros rumbo a Madrid ya cogía forma.
Habíamos acordado hacer los entrenamientos que pudiéramos juntos, para la motivación, supongo, y hacer algunas tiradas largas algún domingo para testearnos un poco, que en este sentido estábamos más verdes que una lechuga. La moral va en aumento y la ilusión por realizar de verdad nuestro primer maratón crece a pasos de gigante y los compañeros de equipo más veteranos en maratón nos iban advirtiendo de la seriedad y dureza de la prueba al tiempo que nos animaban.

Realizamos los entrenamientos en la medida de lo posible compaginados con nuestras vidas de total normalidad e intentando no mermar las relaciones familiares, asistimos a alguna charla técnica básica impartida por Seve y vamos notando que aunque no al 100 x 100 hemos entrenado bastante y estamos preparados para intentarlo. La verdad que visto todo así las cosas se presentan muy de frente para afrontar este reto.
A falta de solo una semana, la semana del descanso previo al maratón, se me ocurre hacer la carrera popular de Valdeganga con tan mala suerte de pisar un hoyo y torcerme el tobillo haciéndome un esguince. La verdad es que se me cae todo el castillo armao encima viendo que todo el trabajo y el esfuerzo empleados en la preparación podían no valer para nada. Inmediatamente voy a ver a Silvia, nuestra fisio, para que ella haga el milagro de la recuperación rápida, pero conforme avanza la semana no solo no mejora sino que empeoran las cosas: tengo que hacer un trabajo (y esto primaba sobre cualquier maratón) que por su exigencia no ayuda nada a la recuperación del tobillo, Juan “el Zorro” se coge jugando al padel un trancazo que se queda sin fuerzas ni pa atarse las zapatillas y dice que seguramente no pueda ir. 
En fin, los ánimos que estaban por las nubes, se cuelan en un pozo y aunque se intenta trasmitir normalidad de cara a los compañeros, ves como el trabajo, esfuerzo e ilusión peligra de irse de un plumazo al garete y no estamos para muchas risas.
Llega el sábado 27 de abril, un día antes del maratón, y los tres mosqueteros con su D´artagnan salen rumbo a la capital, a ver qué pasa. Tenía en mente que por lo menos había que intentarlo. Nos presentamos en la feria del corredor con nuestras mujeres, y como críos en el parque de atracciones: quieres tocarlo todo, ver el máximo de cosas, empaparte de todo lo que puedas, lo normal del novato imagino. Cogemos el dorsal y vamos a comer al pabellón donde nos invitaron a un platico de macarones, agua y fruta (para nosotros fue suficiente) y nos damos cuenta de que la barra donde está la cerveza esta vacía, cosa curiosa que nos llama la atención, pero aquello estaba lleno de deportistas que no querían meter la pata.
Por la noche, antes de ir a dormir, habíamos trazado un plan para reunirnos en un punto cerca de la salida para comenzar juntos y donde tienen que posicionarse las mujeres por si necesitamos algo. Hacemos un repaso mental de todas las recomendaciones leídas y de veteranos en maratones: que desayunes dos horas antes, que no se te olvide la vaselina, que te lleves una camiseta vieja por si hace frío y sobre todo que llegues a la meta con suficiente antelación para relajar los nervios y estar preparado. Nos vamos y dormimos como un lirón, todo lo contrario a lo esperado.
Llega el gran día, el domingo 28 de abril, el día tan esperado, como dice Hurtado, el día del parto, pero no comienza bien. Habíamos quedado una hora antes de la prevista para la salida y Hurtado y yo que veníamos de otro lado, perdemos el transporte 2 veces, hay que parar por el camino para ir al servicio, y menos mal que Molina y el Zorro nos van tranquilizando en las llamadas de teléfono. Sinceramente, no pintaba la cosa todo lo perfecto que lo teníamos planeado ya que no contábamos con que uno estaba tomando medicamentos a toda leche para quitarse el trankazo, yo con el tobillo vendado y más hinchado que una pedorra, otro un poco nervioso por la tardanza, y menos mal que por lo menos teníamos a uno a tope de moral y cargado con toda la ilusión que se pudo traer.
Cuando nos despedimos de nuestras mujeres como si fueramos a la guerra, nos dirigimos a nuestro cajón que estaba repleto y tuvimos que esperar fuera por llegar tarde. En ese mismo instante, unos momentos antes del pistoletazo, nos da como una recarga de moral y te olvidas de todos los males, ya está el pescao vendido y vamos a intentarlo. Nos echamos algunas fotos para el recuerdo allí mismo en la salida mientras vamos avanzando hacia el arco de salida viendo un río de colores y pensando “joer macho, yo también formo parte de esto”.


Debió ser por los nervios el que no me diera casi cuenta del tinglao que se había formado allí con los helicópteros por encima nuestra, caballos y policías por todos los lados, la gente ya desde el mismo momento del pistoletazo desgalillándose para animarte, las cámaras de tv; la verdad, un escenario de lujo para la prueba con mas de 26.000 compañeros que comparten tu misma afición. Pudiera ser que como no dábamos un duro por acabar si quiera la prueba debido a como estábamos el zorro y yo, empezamos la guasa desde el primer kilómetro, sacamos los móviles y nos pusimos ha hacer fotos y vídeos en carrera, para el recuerdo, por si no nos daba tiempo, calentando a la gente para que aun gritaran más de lo que ya lo hacían. Vamos pasando por la Castellana para arriba y muy pronto vemos a las mujeres, animando y orgullosas de sus hombres. Seguimos echando kilómetros en nuestra mochila todavía en modo cachondeo y contagiando a los compañeros y la gente de alrededor nuestra, y nos damos cuenta de que ni mi tobillo ni el trankazo del zorro hacen mella en el ritmo ni en la unión del grupico, disfrutando, disfrutando de verdad, los 4 juntos y sin problemas a la vista, como estaba previsto. Durante esos primeros kilómetros habíamos cantado cumpleaños feliz a un señor que cumplía años ese día, y no pocos, además había hecho todas las maratones de Madrid y ya teníamos fotos para llenar un álbum.
Todo que pintaba tan mal, se arregla y la guasa no cesa durante la carrera, vamos a un ritmo por debajo de nuestras posibilidades y con la mente fría para no sufrir más de lo obligado. Prácticamente cuando nos dimos cuenta estábamos ya en el km 28 o 30 y todavía los 4 juntos, pasándolo bien, unidos y tirando unos de otros pero corriendo de un modo totalmente conservador, a la espera y sorprendidos por la cantidad de ánimos que la gente que no te conoce de nada te da, dejándose la garganta gritando y aplaudiendo durante horas para que tú no decaigas y formando parte de una carrera integrada en un marco insuperable: Paseo de la Castellana, Santiago Bernabéu, Torres Kio y Europa, Almudena, Palacio Real, Gran Vía, Puerta del Sol, el Calderón, etc...
La verdad es que no dábamos crédito al estado de forma tan bueno que teníamos a la altura del km 32 más o menos, pero aún faltaba recorrido de gran dureza y pronto empieza una cuestaca que prácticamente ya no termina hasta la meta, tal es así que la gente a pesar de tener una gran avenida se va cerrando formando un pasillo donde puedes sentir sus ánimos en to la oreja gritando “valiente” “vamos, vamos” “lo vas a conseguir” “eres un campeón”, y pensamos que eso sería lo que sentían los ciclistas al subir el tourmalet. Los pelos se te ponen de punta y aprovechas esos ánimos como si fuera gasolina para no caer y veo en mi mente a mi padre y mi madre orgullosos de su hijo, a mis hijas orgullosas de su papá, a mi mujer orgullosa de su marido, y pienso que ha valido la pena los trastornos que ocasionan el tener que movilizar a gente para poder realizar este sueño. Me pregunto a mí mismo “ dios, ¿qué he hecho yo para merecer esto?” “qué suerte tengo”, miro a mis tres compañeros y entre nosotros nos vamos repitiendo una frase que es de sentimiento común “sin vosotros no lo hubiera conseguido”.
Llegamos al km 40 y ya parece que nadie se va a separar del grupo y tengo que coger algo de aire para poder terminar, pensando “¿que correr es de cobardes? Los cojones. Si es de los maratones más duros, es por algo"; y ocurre entonces uno de esos momentos que te ponen de punta hasta las orejas y llegas a emocionarte tanto que es como una anestesia, mis tres compañeros dicen que no seguirán sin mí, con lo poco que falta dan prioridad a tirar de mí que seguir solos, sabíamos que lo estábamos consiguiendo y corremos juntos hacia el parque del retiro, último tramo del recorrido.
Cuando nos vamos acercando a la meta, el subidón es tan grande que la mente no puede asimilar todo lo que está sucediendo a tu alrededor y nos vamos cogiendo de la mano para cruzar el arco de entrada, juntos, unidos, como salimos, como empezó todo. Fue cruzar la meta y eso me causó tal emoción que se me saltaron las lágrimas, no me da vergüenza decir que pasó algo natural, la realidad, abrazados los 4 amigos, llenos de orgullo y con el sentimiento de haber cumplido un sueño casi imposible solo unos días antes para algunos. Exploto a gritar a cañón de la alegría y para soltar todo lo que pudiera quedarme dentro y mentalmente voy dedicando la carrera a toda la gente que me quiere.
Vamos camino de recoger la medalla que tantas horas de duro trabajo nos había costado conseguir y casi no me puedo soltar de los abrazos de mis amigos, mis compañeros, mis hermanos ya. La frase que se me ocurre en ese instante es “esto ha sido mucho más que solo correr“ y mientras vamos andando todos como si fuéramos robocop, casi ya sin rumbo, en busca de nuestra ropa para quitarnos el frío que nos había entrado, con cara todo el mundo de felicidad mezclada con la del cansancio, dándonos la enhorabuena unos a otros.
Quiero comentar, que los pantalones me los tuvieron que poner, que ya las fuerzas las habíamos dejado todas en el asfalto y no quisiera terminar esta crónica sin agradecer el poder cumplir este sueño, por supuesto a estos mosqueteros y D´artagnan personales que tengo, a todos los que se sientan orgullosos de haber formado parte de esta proeza con cualquier tipo de aportación, y me refiero con esto a desde unas simples palabras de ánimo o tirando de mí, permitiendo que pudiera entrenar más tiempo o dándonos algún consejo, abriéndome las puertas de su casa o cuidando de mis peques mientras yo corría, y en general, a todas aquellas personas que deseaban que lo consiguiera.
GRACIAS A TODOS. GRACIAS DE VERDAD.

Fdo. Jose Joaquin (Ecoson)



jueves, 2 de mayo de 2013

Casas de Lázaro 2013 (o "Corriendo en casa")


El año pasado descubrí con alegría que en el circuito había una carrera en Casas de Lázaro, así que aunque era un día “raro” (festivo pero entre semana, no en fin de semana como era habitual) allá que fui pues con ese nombre no podía dejar de ir.

Este año ha sido la segunda edición de la carrera, y aunque de nuevo era en un día entre semana (eso sí, festivo) y estaba algo cargado por las muchas carreras seguidas (especialmente la última de Madrigueras, donde fui bastante rápido), de nuevo no podía dejar de ir.

Además, para esta carrera volvía a la competición Juan, el colega que prácticamente me metió en esto de correr, así que teníamos prevista una carrerita tranquila en pareja. En principio a menos de 5, y si luego nos veíamos con fuerzas a tirar un poco más.

No era el único retorno, nuestro intrépido Líder también regresaba tras un breve lapso ausente. Y para terminar de rematar, el Zorro se apuntaba a la carrera pese a haber corrido la maratón de Madrid hacía 3 días (lo cual es a juicio de muchos, yo incluido, una locura, pero...).

La carrera había cambiado un poco con respecto al año anterior, ya que tenía dos kilómetros menos. Mantenía los dos kilómetros de cuesta que todo el mundo mencionaba con miedo, pero yo no recordaba especialmente dura la subida, recordaba mucho peor los kilómetros finales, que precisamente son los que esta edición no iban a estar, así que...

Tras el homenaje a Seve, empieza la carrera, y como estoy bastante atrás me pilla el tapón típico, así que empezamos bastante despacito. Sin embargo pronto el pelotón se va alargando y apretamos un poco, de manera que el primer kilómetro sale a 4:45.

Entonces empieza la subida, y tal y como yo recordaba aunque muchos comentaban que había que tener cuidado no la veo especialmente dura, supongo que porque es al principio y aún tengo fuerzas.

Pronto me voy viniendo arriba, pero Juan hace mucho que no corre y está prudente, de manera que le digo que si le importa que tire y dice que no, así que tiro millas.

Hago los dos kilómetros de subida (con barro y algún que otro reguero de agua) a 5:30, y por el camino me encuentro a Mancebo (al que parece que se le resiste la cuesta) y a Isa, y tras ellos vienen algunos de bajada, en los que cada vez me vengo más arriba (en parte porque he empezado tranquilito y en parte porque quiero hacer un buen papel en “mis casas”), de manera que bajo a 4:34, 4:24 y 4:13.

Entonces viene uno de los puntos de inflexión de la carrera: En el kilómetro 6,5 más o menos el camino se ve interrumpido por un reguero de agua, para algunos una acequia, para algunos el Amazonas, pero el caso es que la práctica totalidad de los corredores metemos al menos un pie entero, en algunos casos más (las malas lenguas dicen que a Macu ha tenido que ir un Ferry a rescatarlo). Algunos como el Zorro han aprovechado para ligar ayudando a pasar a mozas. Y sea como sea impagable la foto de Tato que reproducimos a continuación.


Como yo he metido el pie izquierdo ahora voy bastante incómodo, y encima aparece una cuesta que pese a ser más corta que la del principio a mí se me hace más pesada (supongo que ya no voy tan fuerte como antes). Pese a todo, consigo hacer este kilómetro a 4:55.

Estamos en la recta final, y me vengo arriba del todo. No sé muy bien cómo lo hago, pero me pego el kilómetro 7 a 4 el minuto. Lógicamente eso hace que vaya adelantando a bastante gente, lo cual me anima mucho más, y cuando entramos en el pueblo y nos encontramos un pedazo de cuesta aunque se me hace dura no bajo el ritmo animado pensando en que ya queda muy poco (bueno, en realidad sí bajo el ritmo ya que hago ese último kilómetro a 4:53, pero vamos, que podía haber sido peor).

Estoy en la recta final y empiezo a esprintar, pero hay mucha distancia entre los que llevo delante y detrás y aunque si aprieto a muerte podría pillar al de delante prefiero no machacarme y entrar de espaldas mostrando el nombre que llevo en la camiseta (el del pueblo, lógicamente).

Llegado a meta me encuentro a Pepito, pues resulta que Macu y él han llegado apenas 10 segundos antes que yo (si lo llego a saber igual aprieto más). Además, parece que esta ha sido la carrera de las parejas keniatas, pues al dúo Pepito-Macu se suman las parejas Rayol-Líder y Zorro-Isma (porque huelga decir que el Zorro ha terminado, tranquilito pero eso no le quita mérito teniendo en cuenta los más de 42 km que llevaba en las piernas (y ha aprovechado para volver a hacer fotos y ser un showman durante la carrera)).

El piscolabis está bastante bien, aunque el lugar es lo peor de todo, pues no sé si por el techo bajo o por lo que sea la cosa resulta muy cálida y húmeda, de manera que todos sudamos a chorros. Pero es una excepción, debo decir que la organización ha sido magnífica: Muchas mesas para dar dorsales (con lo que no había colas), suficiente agua en los puestos, comilona final más que decente... Esperemos que siga así.

En los keniatas volvemos a tener jamón, pero yo tengo comida familiar y no me puedo quedar, así que al coche y vuelta a casita, que además hasta Almansa ya no volveré a correr, que tengo las piernas algo cargadas y además algún fin de semana tendré que pasar con la familia, que se me van a mosquear y con razón.

De todas formas, y por si mis compis no se animan a hacer ellos la crónica, intentaré ir poniendo cosillas para que esto no se estanque.