Pese a
ser de montaña, y de las tirando a durillas, su cercanía a Albacete
hace de Chinchilla la carrera de tipo A más multitudinaria (lo estoy
suponiendo, en realidad no he comprobado las inscripciones de las
carreras de montaña, así que igual me estoy pasando de guay y
metiendo la pata), así que allá que fuimos de buena mañana mi
colega Juan y yo para hacer la cabra un poco.
A la
llegada la cosa está concurrida, y es que se acercan las maratones y
la gente ha querido aprovechar esa mañana de domingo para doblar la
carrera y hacer así la correspondiente tirada larga. Si a eso
sumamos la cercanía de la Feria, se prevé que un buen porcentaje de
corredores no van a ir a su ritmo habitual.
Por
cierto que hace bastante frío, de ese incierto que te hace dudar
sobre qué ponerte para correr. Al final el día se arregló, pero en
ese primer momento muchos corredores se cagaron en la climatología...
El
regalo a mí ni fu ni fa: Botella de vino, mini toalla y un boli. (Si
se me olvida algo hacédmelo saber, que mi cabeza no es lo que era y
al escribir tanto tiempo después algunas cosas se me pasan).
Yo la
verdad es que no sé muy bien qué hacer, si correr a muerte o no, si
hacer unos kilómetros antes o no... El caso es que el problema me lo
soluciona mi hermano, quien como buen huevón (sí, vale, Alberto,
esto te lo he copiado, denúnciame) se ha dejado el chip y además va a llegar
justito de tiempo, así que allá que voy a las incidencias, pago (a
fondo perdido, claro), cambio dorsal, etc. Añadiendo un apretón de
última hora, resulta que para cuando quiero empezar a calentar
quedan unos 8 minutos para que empiece la carrera.
En fin,
me da tiempo a calentar un kilómetro (algo es algo), y me voy para
la salida. Como llego raspado, tengo que colocarme bastante detrás
de lo habitual, así que esta es una de esas carreras de las de “dar
azotes”.
No me puse la camiseta del club porque pensaba que era demasiado escasa para el frío que nos iba a hacer. Menos mal que el Tato me vio y reconoció igualmente.
Salgo
sin saber muy todavía qué hacer, si ir a muerte o empezar a
controlar ya un poco tanto para prevenir lesiones como para luego
poder hacer una tirada larga sin resentirme. Además, en esta carrera
sí que han vuelto ya prácticamente todas las vacas sagradas del
equipo (estamos nada menos que 16 keniatas, casi na), así que no
tengo la presión (autoimpuesta, todo hay que decirlo) de lo de
“cumplir como primer keniata”. Pero como suele ocurrir, el mismo
ritmo de carrera me pone a una velocidad guapa, lo suficiente como
para empezar a pasar pronto a compañeros Keniatas, que han formado
grupillos, y así voy pasando al Rayol, a Alber, JuanMa, Pepito, los
Mancebos... También alcanzo a Hurtado, que para esta carrera va de
escudero de la Isa, y que en ese momento van también con mi hermano
(que no sólo ha llegado a mesa puesta, sino que encima se ha
colocado en buen sitio, el muy cabrón), y cuando paso no sólo al
Taxista sino también al Zorro y al Presi (que van en pareja), veo
claro que la carrera ha decidido por mí: Voy a ir a muerte (otra
vez).
A todo
esto voy ya por la subida tocha del km 5 (hasta ahora todo ha sido
más o menos subiendo, pero esta es especialmente empinada), momento
en el que veo a Teo y me lo fijo como meta. Aprovecho además para
tomarme un gel, ya que aunque realmente creo que no me hace falta,
tengo que acostumbrarme para la maratón (donde sí que me harán
falta), y si quiero que me haga efecto no me lo puedo tomar en el km
9 o 10 siendo la carrera de 13.
Al
finalizar la subida pillo a Teo, pero en la bajada posterior (de 3
km, en plan calma antes de la tormenta) me pasa y se aleja de mí. En
la susodicha bajada veo que llega el Zorro, que ha dejado al Presi y
me ha cazado.
Vamos en
buena compañía durante la bajada, quizá un pelín demasiado
rápido, ya que sabemos lo que viene y convendría conservar fuerzas,
pero por un lado la carrera te va llevando y por otro yo me doy
cuenta de que vamos a un ritmo general de más o menos 4:30, es
decir, podría terminar la carrera en menos de una hora. Vale, es un
logro bastante chorra, pero yo me motivo con cosas así.
Acaba la
bajada y empieza el tramo final, momento en el que el Zorro me dice
que siga que él va a aflojar un poco. Lo animo a no perderme de
vista y tiro millas, especialmente en el repecho del km 10, quizá el
más duro de todos, ya que por algún extraño motivo en esos
momentos de la carrera pienso que sólo son 11 km en total.
Para
cuando me acuerdo de que son 13 y medio es tarde, ya llevo buen ritmo
y decido mantenerlo sea como sea. Además voy pillando a Teo y eso me
da los ánimos que necesito.
Lo pillo
poco antes de entrar en el pueblo, y entonces me doy cuenta: Acabamos
de pasar el cartel del km 12 y llevo 55 minutos. Es decir, si puedo
hacer el último kilómetro y pico en menos de 5 minutos cumplo el
objetivo de correr en menos de una hora. Al grito de “objetivo: una
hora” salgo como un rayo, a 4 el km, y consigo mantenerlo hasta las
últimas cuestas, las de la meta. Una mirada al reloj me confirma que
caso de conseguirlo va a ser por escasos segundos, y que de hecho en
tiempo oficial casi imposible dado que habré salido con unos 15
segundos de retraso sobre el disparo.
Aprieto
los dientes y tiro como puedo. El esfuerzo se nota porque voy
adelantando gente. Intento olvidar que en esa última cuesta van a
estar casi todos los fotógrafos y que voy a salir con cara de
muerto, pero yo sigo inasequible al desaliento, y entonces lo veo, el
último arco que da paso a la plaza donde está la meta, con esos
adoquines que te hacen crujir todos los huesos... Pero ya de perdidos
al río. Cruzo meta con tiempo oficial de 1:00:09, real...
¡¡0:59:52!! ¡Prueba superada!
En el
piscolabis, que está bastante bien, veo al Segu (que está en otra
liga, nadie se plantea siquiera verlo a lo lejos), y hablamos hasta
que pronto llega el Zorro (al final también ha apretado y ha llegado
a apenas un minuto) y tras él un rosario de Keniatas. Cierra el cupo
mi hermano, aunque el susto nos lo da el Rayol, en quien la Feria
parece cebarse en forma de un leve vahído que lo lleva a que lo
obliguemos, muy en contra de su voluntad, a echarse unos tragos de
refresco azucarado. De todas formas su pronta recuperación quedó
plasmada en su ritmo de cervezas.
Recuperada
la normalidad, se nos unen el lesionado Curro y el rescatador Líder
(Cerni también estaba por allí, pero no lo vi) hasta que me llega
la hora de irme.