Sigo con mi año de “primeras veces”,
y es que a Alcalá del Júcar tampoco había ido nunca (a correr, se
entiende, de finde rural y senderismo sí). Y si el pueblo y el
entorno es chulo, la carrera no le va a la zaga.
Pero hay un problema, y es que mi
hermano y yo ese día tenemos comida familiar, razón por la cual
salimos muy tarde, habiendo comido como animales y sin tiempo para
hacer bien la digestión. No pinta bien la cosa.
Sin embargo el tema empieza bien, pues
aunque en el mapa parece que la cosa está lejos, el trayecto tampoco
es para tanto. Sin embargo, el aparcamiento sí que te agobia un
poco, porque empiezan a llevarte por callejuelas mega-estrechas y te
da la sensación de que te están perdiendo por el quinto carajo (al
final resulta que apenas estás a 400 metros de la salida, pero ya
digo que da esa sensación).
No hay demasiada cola, pero el regalo
da un pelín de mala impresión. Esto es, es una camiseta, así que
por ahí bien, pero es una camiseta y ya, y encima sin bolsa ni nada,
simplemente la camiseta en su plástico de la tienda, donde pone bien
grande “Camisetasbaratas”. Ya digo, la camiseta no es mala, de
hecho yo la veo bastante chula, pero el aspecto del márketing hay
que cuidarlo un poco, amigos. Igual que lo de los imperdibles,
resulta que justo los de mi mesa estaban todos o bien oxidados, o
bien enrobinados, o bien ambas cosas. Los de otras mesas no, y pude
coger 4 en buen estado, pero de nuevo amigos organizadores, cuidad un
poco la imagen, que unos imperdibles oxidados no molan nada a gente
que se suele pinchar mucho al ponérselos, y aunque entiendo que hay
crisis y soy un defensor acérrimo de la ecología y el reciclaje,
los imperdibles se pueden reutilizar, sí, pero no para algo como
esto. Y no, Juanín, esto no significa que la carrera fuera una
mierda o que no me gustara nada, son comentarios medio anecdóticos
medio críticos para corregir algunos fallillos que, sin ser graves,
pueden enturbiar la imagen de la carrera; pero como digo, eso no
significa que esto sea una crítica sangrante ni que la carrera sea
una mierda ni que los organizadores deban suicidarse ni nada de eso.
Vamos a la carrera en sí. Salida en
cuesta, y aunque hay apegotonamiento se acaba pronto. Entre que es
Manchuela y yo sigo con mi paja mental del Top Ten (por fin estoy;
nada menos que el 10 en mi categoría) y que me han dicho que es como
Bienservida pero al revés, esto es, unos 5 km hasta el puente cuesta
abajo para luego ir subiendo, yo salgo a tope, totalmente dispuesto a
correr a muerte.
Pronto las tripas me dejan claro que no
me van a dejar correr a gusto, pero el bicarbonato que me he tomado
ayuda y al menos para esta carrera han vuelto algunas de las vacas
sagradas del club y ya no tengo encima la presión de ser el primer
keniata.
Pese a todo voy bastante ligero, pero
lejos de encontrarme los 5 km de bajada que me esperaba, me encuentro
una de esas carreras “rompe ritmos”, incluso “rompe piernas”
a juicio de algunos colegas. El caso es que sí, tiene muchos
sube-baja, y aunque resulta en términos globales llana, resulta
difícil pillar un “ritmo crucero”.
Estoy rodando por debajo de 4:30, y eso
me gusta porque mi idea es intentar correrla precisamente a ese
tiempo, pero claro, son más de 10 km y no sé si podré mantener el
ritmo habiéndome ya advertido varios de las cuestecillas del final
de carrera. Sin embargo, y como esperaba, en el km 3 me adelanta Eco,
uno de los élites del club que va lanzado con un colega de Tobarra
con el que ya ha corrido en otras ocasiones, así que espero que me
vayan pasando otros como Macu, Mancebo Jr. o el Taxista mientras me
alegro de que les haya costado más de 3 km recuperar los pocos
metros que les habré sacado en la salida aprovechando que como era
Manchuela y quería buen tiempo me he colocado un poco por delante de
lo habitual.
Sin embargo, para mi sorpresa y alegría
mantengo a Eco a la vista, más o menos a 20 metros, lo que me sirve
para establecer mi posición y referencia, ya que voy a la par que
Ana Belén Garrigos y unos 20 metros por delante de Teo, con quien en
las últimas carreras he mantenido un sano pique.
Estamos todos muy a la par, ni adelanto
a nadie ni nadie me adelanta a mí, afortunadamente porque la comida
empieza a hacer estragos y voy repitiendo (en el mejor de los casos).
Así nos mantenemos hasta llegar al puente del km 5 (mu chulo,
posiblemente lo mejor de una carrera con muy buenas vistas). A partir
de ahí se acaba el asfalto y empieza, a decir de todos con los que
he hablado, la “parte dura” (y no se equivocaban, esa segunda
mitad de la carrera es bastante más chunga que la primera).
Las cuestas empiezan pronto, y los
ritmos bajan, aunque consigo mantenerme siempre muy cerca de los
4:30. Hasta la famosa cuesta del km 7. Que vale, es cortita, pero es
casi una pared, o al menos esa impresión me da a esas alturas de la
carrera. En ella para mi sorpresa alcanzo a Eco, que la está
subiendo andando. Le digo que se venga conmigo y lo hace, así que
ahora voy en compañía e incluso con algo de charla.
He alcanzado a Eco, dejado atrás a Ana
Belén y perdido de vista a Teo, así que estoy totalmente crecido, y
como además ya no queda demasiado, decido ignorar a mi estómago y
encaro el final de la carrera con la adrenalina a tope.
Aunque esa alegría me cuesta cara, y
en el km 9 estoy literalmente a punto de vomitar, pero en ese momento
Eco me dice que no puede, que ha empezado demasiado rápido y que
tire millas que él se queda. Eso me da el subidón final que
necesitaba, ahora ya sé que voy a terminar aunque reviente, así que
me despido dándole ánimo y aprieto viendo ya a lo lejos el pueblo.
Me han advertido que al entrar al pueblo aún queda y además con
cuestas jodidas, además de haberme hablado de una famosa “escalera”
que hay que bajar. Y me han advertido bien, en el pueblo hay alguna
que otra cuesteceja que se las trae, pero nada en comparación con la
bajada. Sinceramente, me extraña que nadie se haya matado en ella:
Es piedra relativamente pulida, está cuesta abajo y tú ya vas
embalado hacia la meta, y con la escasa luz que empieza a haber yo al
menos no distingo del todo bien los límites de los escalones, así
que digamos que me ha venido bien que el Tato no haya publicado las
fotos porque estaba justo al pie de los escalones y fijo que yo he
salido con una cara de acojonado que tira de espaldas (no llevaba
camiseta del club, si hay suerte no me vio y no me hizo foto).
Al acabar la escalera está el puente
de piedra, muy chulo también, y luego un breve parque y la recta
final, que empieza con la playa que han hecho en el pueblo para que
la gente se bañe. Vale, entiendo que es una zona emblemática del
pueblo, pero personalmente sólo puedo criticar esa llegada: Ya he
mencionado lo peligrosa que me parece la bajada de la escalera; el
puente es muy chulo pero muy estrecho, y no creo que favorezca los
adelantamientos si hay más de dos corredores a la par; y en la arena
de la playa a mí se me clavó y resbaló un pie y casi me caigo, con
la consiguiente pérdida de ritmo. Todo eso lleno de curvas: De la
escalera al puente curva de 90º, del puente al parque curva, del
parque a la recta final curva; todo tramos de no llegará a 50
metros.
Hecha la crítica, yo estoy bastante
lanzado y me paso todo el final de carrera adelantando gente. Aunque
de nuevo los dioses me castigan por no haber apretado un poco más al
final (tampoco es que hubiera podido acelerar mucho más, iba
prácticamente al límite) y vuelvo a llegar a apenas 3 segundos de
varios de mi categoría. De nuevo tampoco es que hubiera supuesto
mucha diferencia porque la clasificación no va a variar e igualmente
he conseguido llegar por delante de algunos de los que tengo delante,
pero como yo me como la cabeza con esas cosas pues aquí que lo
pongo.
He hecho un carrerón y lo sé (de hecho al final sí la he terminado por debajo de 4:30), así que ahí está el levantamiento de brazos de la victoria.
El piscolabis final está bastante
decente, sobre todo la bebida, y la piscina está abierta, aunque
como ha estado lloviendo esos últimos días el agua no está
precisamente caliente. De todas formas, alarmante el número de
corredores que no se ducha antes de meterse en el agua, vale que el
verano está casi terminado y demás, pero colegas, es una guarrada
de mucho cuidado y da muy mala impresión.
La cosa termina con buenas noticias,
por un lado porque resulta que al final contra todo pronóstico he
vuelto a ser el primer keniata (ya que los élites han acusado el
parón veraniego), y luego porque aunque al terminar la carrera e ir
al coche a por las cosas se me olvida la camiseta colgada en el
retrovisor al volver mucho tiempo después ahí sigue (lo cual
significa que los corredores populares son o bien muy legales y buena
gente, o bien muy asquerosetes que no querían saber nada de una
camiseta sudada, o bien ambos).
Unos cuantos largos (tampoco muchos,
que el cuerpo tampoco está para muchas fiestas), ducha y pa casita.
Ahora toca el parón ferial.