Si bien Fuentealbilla suele ser la primera carrera corta y
multitudinaria del circuito, Minaya en su breve historia se ha ganado fama de
ser una de las carreras más rápidas, ya que sus 10.000 m (en realidad unos
9.900 según los GPSs) urbanos atraen el interés de aquellos que quieren batir
su propia marca personal.
Y como yo soy de esos interesados en batir marcas personales, allá que
iba, animado por el hecho de que al pillar en plena Semana Santa no habría
tanta gente como en otras ocasiones (y así era, no llegábamos a 700, cuando
estas carreras cortas y cercanas a Albacete suelen tener más de 1.000 atletas
populares).
Conociendo bien el camino y el tiempo que tomaba, me permití llegar a
las 16:45 (siendo la carrera a las 17:30), pues al fin y al cabo con 15 minutos
para coger el dorsal y otros 15 para calentar sobraba. Craso error. Hice
cálculos contando con una buena organización, pero esta no se dio.
Ya son varias las carreras en las que se observa el curioso hecho de
varias mesas de dorsales vacías y una a reventar, como si todos los corredores
de un mismo rango de números se pusieran de acuerdo para acudir a la vez, pero
es que en Minaya la cosa era escandalosa: Con sólo 3 mesas, la fila se salía
del recinto, y menos mal que a las 17:20, desesperado, pude dejar a alguien a
cargo de cogerme el dorsal e ir a calentar un poco. Recibo el dorsal a las
17:28 y salgo corriendo hacia la salida (al menos yo puedo hacerlo, pues según
me cuentan a las 17:25 no sólo seguía habiendo una buena cola sino que muchos de
los integrantes de la misma aún se tenían que cambiar). Muy mal la
organización, hay que prevenir esas cosas.
Como llego bastante tarde no puedo colocarme donde me hubiera gustado,
pero al menos tampoco estoy el último último, y al fin y al cabo la salida no está mal, es
relativamente amplia y se pueden ganar posiciones. Mi objetivo está claro: Puesto
que mi récord personal en una 10 km es de 44:57, tengo que mejorar esa marca,
así que debo correr por debajo de 4:30 el kilómetro.
Pero tengo un problema: Estoy solo. Mis compañeros habituales no
corren, y mis compañeros de club van a ir o bastante de tranqui o mucho más
rápidos que yo, así que tengo que buscarme las mañas. No pasa nada, son sólo 10
km, puedo valerme de miradas constantes al reloj GPS.
Suena el disparo y unos cuantos segundos después cruzo la línea de
salida. Allá vamos. Al principio me limito a dejarme llevar, pero dado que
pronto me encuentro boqueando es evidente que vamos bastante más rápido de lo
que esperaba. Una mirada al reloj me lo confirma: Vamos a 4:10. A 4:10 el
primer kilómetro, una verdadera pasada dado que la salida siempre es algo lenta
y que al principio hay una ligera subida, corta pero intensa. Tengo que
relajarme.
Así lo hago, ayudado porque durante el segundo kilómetro es cuando nos
sacan por las afueras del pueblo, y el viento es tocho pero tocho tocho. Como
me viene ocurriendo últimamente, no noto demasiado cansancio en las piernas,
pero un vistazo a las pulsaciones me hace ver que voy casi al 100%. 4:18 para
el segundo km. Te cagas.
No aguantaré a ese ritmo y lo sé, así que decido alamparme a alguien
que sepa correr y que me lleve más o menos a 4:20. El destino me cruza con
Fabricio de Veggie Runners, quien amablemente me dice que él quiere correr más
o menos a 4:20 y que no le importa que me pegue a él. Sin embargo me cuesta
seguirle el ritmo, y tras completar el tercer kilómetro a 4:12 lo voy perdiendo
poco a poco (normal, no fue a 4:20, terminó la carrera a 4:07).
Se acerca el final de la primera vuelta y me pego a Ángel del Club
Madrigueras 27 de Agosto, quien también muy amablemente tira de mí varios
kilómetros, y hablando con él el cuarto kilómetro se me hace bastante más
llevadero. 4:17.
Ahora sí que vamos a completar la primera vuelta, así que aprieto el
ritmo para no despegarme de Ángel y pongo mi cara de “voy de puta madre” dado
que en la meta habrá bastantes fotógrafos. Otro punto negativo aquí para la
organización porque poner un puesto de agua justo tras la meta hace que todo
quede muy apegotonado dado que es el punto donde más gente hay. Pese a que el
quinto kilómetro cae en 4:13 por algún motivo que desconozco al mirar el crono
me parece ver más de 22 minutos, es decir que voy pegado para lograr mi
objetivo de bajar de 45 (los datos oficiales me invalidan, ya que debí pasar a
21 y poco).
Ahí estoy con Ángel completando la primera vuelta.
(Y sin la cinta negra, que en Villarrobledo aprendí la lección.)
El sexto kilómetro, con la subida y viento, se me atraganta un poco, y
lo hago en 4:30 (a la postre mi kilómetro más lento, pero entonces no lo
sabía). Ángel se me empieza a escapar, y tras su marcha ya terminaría la carrera en solitario,
pues al fin y al cabo yo ya estaba en modo "sólo 4 km, sólo 3 km, sólo 2 km…".
Para el séptimo voy al límite y me empiezan a preocupar las
pulsaciones, así que llego a un acuerdo conmigo mismo: Dado que he corrido
hasta ahora bastante por debajo de 4:30, con aguantar a 4:29 cumplo objetivo y
no tengo que asfixiarme.
Así cumplo los kilómetros 7, 8 y 9 a 4:26, 4:24 y 4:24. Nada mal,
empiezo a pensar que lo conseguiré, ya que mis cuentas me dan que tengo que
estar muy cerca de 44 y quizá pueda hasta bajar de 44 para conseguir una marca
de 43 y mucho, que sería todo un logro.
Último kilómetro, y como siempre saco fuerzas de flaqueza e incluso me
permito esprintar un poco sabedor de que en la recta de meta (la larga recta de
meta) habrá al menos tres fotógrafos que me conocen. El problema es que eso me
cuesta mi cara de “qué machote soy”.
Entre pitos, flautas, sprints y poses no me fijo en el crono (tengo que
empezar a hacerlo), pero sí en que en mi GPS todavía no he llegado a los 10 km.
Dado que estoy en tiempo de récord y quiero que el reloj registre 10.000 metros
completos para luego poder subir el “track” al Endomondo, sigo a todo trapo.
Eso es un problema, porque la peña en cuanto cruza la meta se para, así que de
los mismos que pensarían “dónde va este gilipollas corriendo todavía” yo pienso
“quitaos de en medio, estorbos, no os quedéis ahí parados como pasmarotes,
echaos a los lados o id a por el piscolabis”.
Y aquí entrando a meta con mi clásica pose de fin de carrera (de esta temporada)
Tras 100 metros que se me hacen muy cuesta arriba por tener que ir
evitando a gente y porque una vez cruzada la línea de meta gran parte de la
motivación se va, completo los 10 km y paro el reloj. Te cagas, el último km lo
he hecho en 4:07 y el resultado final es que he bajado no de 44 como soñaba,
sino de 43. Una verdadera pasada.
Feliz cual perdiz me voy al refrigerio post-carrera, y si bien hasta
ahora sólo he criticado a la organización, debo decir que el aperitivo está
bastante bien: fruta, patatas, frutos secos, agua, refrescos, cerveza, y el
siempre bienvenido abuelo repartiendo cuerva y paloma a discreción.
No acaban ahí las buenas noticias: Por un lado las zapatillas, las
Under Armour que me regalaron por la entrevista a Runner´s World, se han
portado, parece que sí son para carreras rápidas por asfalto; por otro, el tiempo
oficial de carrera es 42:14, a 4:13, algo que creo que no podré superar en el
futuro; y finalmente el colofón, y es que por fin entiendo por qué no he visto a ningún Keniata durante el trayecto, resulta que he sido el primero del club, cosa
que no dejaré de restregarle a Macu el resto de mi vida.
En definitiva, una carrera que sigo desde que empezó y que francamente
espero seguir corriendo mucho tiempo. El único problema es que ir tan a tope me
dejó las piernas un poco tocadas y no sé cómo estaré para intentar atacar
también mi récord de media maratón en La Roda este sábado. Veremos a ver.
By Laz
Gran narración,joer.
ResponderEliminarLa verdad,en esta carrera yo intenté también mejorar los bochornosos tiempos de últimamente.
Resultado:nuevo bochorno,no podía con mi alma.
Principalmente,claro,culpa mía,con cambios de ritmo frente a ese viento,poco se puede hacer.
Y también algo de culpa a la carrera.
No me pillan en otra como esa.
Una carrera como esta hace bonita incluso a Pozo Cañada.Que verdadero espanto.
Y,mañana,más despacio todavía.