miércoles, 24 de abril de 2013

Casas Ibáñez 2013 (o "La Carrera del Infierno")



El nombre iba a ser “La carrera del Socavón”, con el que es conocida esta carrera porque en el perfil parece haber uno tras la bajada tocha y subida “mu” empinada, o mejor “yo soy gilipollas del todo”, porque es la carrera en que finalmente lo demostré, pero al final la opinión general y los comentarios de la gente han dado lugar a ese título definitivo.

Vieja conocida de los habituales del circuito, se presentaba dura por dos motivos:
1.- Era el primer fin de semana en el que había cambiado el tiempo, y se preveía mucho calor al que la gente no estaría acostumbrada.
2.- Habían cambiado el circuito, y anunciaban que era más dura. En principio el cambio parecía estar en “el socavón”, de manera que lo que otros años se subía este año se bajaba y viceversa.

Pero vamos a centrarnos en el protagonista, esto es, yo. Llegaba tocado física y moralmente de La Roda (más detalles un poco más abajo),  y quería resarcirme, pero por otro lado iba con algo de miedo, así que me propuse ir a un ritmo bueno pero sin forzar. El problema eran mis compañeros, pues la mayoría dijo que quería ir de tranqui en plan pelotón, así que mi única opción era correr solo o hacerlo con Pepito, quien corre bastante más que yo.

Finalmente decidí hacer un “fifty-fifty”: Correr con Pepito hasta la cuesta, y ahí dejarlo y terminar la carrera tranquilito.

Mi gozo en un pozo, o como quería poner de título, yo soy gilipollas del todo: El ritmo de Pepito acaba conmigo nada más empezar. Vamos a algo más de 4:30, pero pica hacia arriba y hace calor, y en breve veo que mis pulsaciones están por las nubes. Ya he vuelto a hacerlo, he empezado demasiado rápido y lo voy a pagar.

Al kilómetro y medio adelantamos a Isa, que va con mi vecina Pepi y que esta carrera se la va a tomar de tranqui. Pepito y yo ya somos los primeros Keniatas, lo cual es más presión añadida.

Resoplando consigo aguantar el ritmo, pero noto que voy a tope y que voy a pagar caro lo que estoy haciendo. Pronto llegamos a la cuesta abajo, y ahí todo bien, incluso me permito sacarle unos metros a Pepito sabiendo que me los recuperará rápidamente. Voy a 4:10, que aunque sea cuesta abajo es un camino un tanto chungo.

Y llegamos al momento estelar: Kilómetro 7,5, empieza la cuestarraca. Le digo a Pepito que buena suerte y que tire, que yo me quedo.

Aunque tenía intención de tomarme la cuesta con toda la calma del mundo, esto es, subirla andando, una vez en materia cuesta resistirse a intentar hacerlo lo mejor posible, así que allá que voy a trote gorrinero pero trote al fin y al cabo. Pero la cuesta es mucho peor de lo que recordaba, y el calor no ayuda, así que pasado un rato digo que a la mierda y me pongo a andar. Para mi orgullo (y en mi defensa) no soy ni mucho menos el primero que se ha parado, y al rato de hacerlo todos los que soy capaz de ver tanto delante como detrás de mí van andando.

Los tiempos de los kilómetros 9 y 10 rondan los 7 minutos por kilómetro, pero finalmente la cuesta termina (con el Zorro ahí para inmortalizar el momento), y empieza el tramo final.

Estoy hecho polvo, noto que me cuesta mantener el ritmo, pero para mi sorpresa dicho ritmo está por debajo de los 5 minutos el kilómetro, así que eso me anima un poco. De hecho, sigo viendo a lo lejos a Pepito, por lo que tampoco voy tan mal.

Pero la carrera pasa factura, vamos de uno en uno muy separados (y además a partir del km 12-13 pierdo definitivamente de vista a Pepito), yo estoy muy cansado y me cuesta mucho mantener el ritmo, y encima no llegamos al pueblo nunca (esto es, desde el final de la cuesta el pueblo se ve a lo lejos, pero tú corres y corres y nunca llegas, lo cual desmoraliza un poco), de manera que tras aguantar un rato en tiempos de 4:5X tal y como me pasó en La Roda me vengo abajo en el km 14.

Afortunadamente la carrera sólo tiene 15, sólo tengo que aguantar un poco más, y resoplando me mantengo en 5:05. Por fin llego a la entrada del pueblo, y ahí está Tato con su cámara. Al pasarlo oigo que alguien me llama, y supongo que es él para decirme que sí me ha visto y hecho fotos, pero resulta que no, que es Macu que viene cagando leches y que me deja clavado en el sitio (creo que el término oficial es “hachazo”).

(Aquí va la música de "Tiburón")

Prueba de lo roto que estoy es que ni siquiera me planteo pillarlo o siquiera seguirlo, dejo que se vaya y me concentro en el siguiente paso. No puede quedar mucho, tengo que aguantar.

Y finalmente ahí está, veo la meta a lo lejos. Se nota que son menos kilómetros y que haber hecho la cuesta andando ayuda, porque me permito hasta apretar al final. Pose de foto y entrada en meta.

Si somos objetivos, la cosa no ha ido nada mal, he terminado en 1:15, pero las sensaciones han sido de nuevo malas: Me he destrozado al principio y el resto de la carrera ha sido un suplicio. Media de pulsaciones de 171. Esto sigue sin ser sano ni divertido, tengo que cambiar la mentalidad o preparar mejor las carreras.

Lo bueno es que ni me rindo ni tiro la toalla ni lo mando todo a la mierda. De hecho el acabar tan mal me termina de convencer para participar en la siguiente carrera (que en un principio pensaba dejar pasar para descansar).

Lo malo es que me ha estado doliendo la corva derecha toda la carrera. Espero que sea algo pasajero.

Eso sí, no puedo terminar sin recoger un poco el sentimiento general que capté en el piscolabis post-carreril y luego en distintas redes sociales: FATAL. Para empezar no previeron bien la gente y el calor y se les acabó el agua, y después la nueva cuesta, más empinada y dura que la tradicional, tampoco gustó. Poca gente ha salido contenta de esta carrera, así que supongo que los organizadores deberían replantearse un poco el tema.

¡Nos vemos en Valdeganga!

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