Ahora
que ya llevas un tiempo corriendo, es más que probable que en tu
armario se puedan encontrar varias camisetas deportivas, alguna que
otra malla o pantalón, varios calcetines, quizá un par de pares de
zapatillas, y algún juguetito electrónico relacionado con el
deporte. Ahora el objetivo es conseguir que te duren lo máximo
posible.
Entre cumpleaños, Reyes Magos, aniversarios, etc, es posible que te haya caído algún regalito relacionado con el deporte, con lo que tu equipación
seguramente esté bastante completa. Ahora bien, seguro que dicho
equipamiento no te ha salido gratis, así que es más que probable
que quieras alargar el periodo de vida de tu equipo todo lo posible.
A ver cómo podemos conseguirlo.
Empecemos
por lo básico: Las zapatillas. Seguramente ya lo hayas oído, pero
si no, aquí va, las zapatillas de correr no, repetimos, NO se lavan.
Son auténticas máquinas de ingeniería y por mucho que te apetezca
tenerlas siempre relucientes puede ser peor el remedio que la
enfermedad. Si acaso las tienes realmente hechas una lástima prueba
con un lavado superficial con algún paño húmedo o una toallita de
bebé (que parecen tener un efecto mágico en las prendas
deportivas), pero ya, nada de meterlas en la lavadora.
También
puede ser buena idea el quitarles de tanto en tanto las chinillas y
piedrecitas que se quedan entre los dibujos de la suela, sobre todo
si son relativamente grandes, para lo cual debería bastar cualquier
herramienta casera tipo destornillador que tengas a mano.
Y
vamos con la pregunta del millón: ¿Cuándo debo cambiar de
zapatillas? ¿Cuánto me pueden aguantar? Pues aquí hay opiniones
para todos los gustos. Si te vas a buscar información a las casas
oficiales, a los 800 km ya deberías jubilarlas y adquirir otras,
alguna marca en concreto incluso te dice que cambies a los 500 km, y
raro será el sitio donde te digan que las aguantes más de 1000 km.
Algunos corredores veteranos te comentarán que a varias de sus
zapatillas les han sacado más de 1200 km, mientras que otro sector
afirma no tener en cuenta el kilometraje, sino que simplemente cuando
al utilizarlas les duelen las piernas de cualquier modo (ya sean las
rodillas, los pies, algún músculo concreto de la pierna, etc) es
cuando saben que ha llegado el momento de mirar en las estanterías
de las tiendas deportivas. Sea como sea, todo el mundo parece
coincidir en que las zapatillas no deben hacerse demasiado viejas ya
que con los años la goma y otros materiales se van deteriorando
(pero con los años, no te preocupes si te lesionas y tienes que
estar 6 meses en el dique seco, que la mayoría de las zapatillas han
pasado mucho más tiempo en un almacén), y en que el estado de la
suela no debe ser un factor de decisión, ya que puede variar mucho
según tu peso y velocidad media y además el aspecto externo no
tiene por qué corresponderse con el interno (aparte de otras cosas
como que es habitual que alguna de las suelas se desgaste más que su
compañera, ya que no somos simétricos y por tanto no pisamos igual
con ambos pies).
Terminado
el tema del calzado, lo siguiente es la ropa. ¿A que no sabías que
hay detergentes especiales para las prendas deportivas? Pues sí, son
varias las marcas (incluso alguna de las denominadas “blancas”)
que disponen entre su oferta de un producto específico para los
tejidos artificiales de la ropa deportiva, de tal forma que combaten
especialmente el olor a la vez que minimizan la deformación y
pérdida de propiedades del producto. Además puedes ayudar con el
programa adecuado de la lavadora, que viene indicado en las etiquetas
de la ropa y que se puede resumir en un lavado corto, con agua fría
y sin centrifugado. Obviamente este tipo de lavado te supone dos
grandes problemas: El primero es que esta opción de la lavadora no
es especialmente efectiva con las manchas, así que si por ejemplo te
ha caído comida grasienta en una camiseta o tu sobrino ha decidido
decorarla con un rotulador, quizá tengas que hacer un lavado más
“tradicional”; y luego está el tema de tender ropa que está
empapada (recordemos que no la hemos centrifugado), con los problemas
que eso te puede generar con tus vecinos si vives en un bloque de
pisos. Pero todo sea por alargar la vida y propiedades de tus prendas
favoritas.
Y
ya que estamos con el lavado, no olvidemos el planchado, que en
realidad suele ser sencillo ya que la inmensa mayoría de prendas
deportivas debido a las particularidades del tejido no es necesario
plancharlas, pero si así fuera, recuerda que se debe planchar del
revés y sin mucha temperatura si hay estampados que pretendas
conservar.
Sólo
quedaría el tema de los aparatos tecnológicos, normalmente algún
reproductor de música, teléfono móvil o reloj GPS, y cuyo cuidado
básicamente consiste en intentar mantenerlos lo más a salvo posible
del sudor. En el caso de teléfonos móviles o reproductores, basta
con asegurarse de que el bolsillo o funda para hombro no deja pasar
la humedad o sudor (porque no, no todos lo hacen, son varios los
modelos que cuando sacas tu móvil tiene la pantalla llena de
gotitas). Para los relojes GPS, aunque en principio están pensados
para aguantar el sudor, son muchos los veteranos que te dicen que
cuanto más sudor les evites mejor, siendo esto tan sencillo como
usar una muñequera y colocarte el reloj encima. Si también utilizas
pulsómetro afianzado al pecho, aquí la cosa se complica, ya que
lógicamente tiene que estar en contacto directo con la piel, pero si
en cuanto termines la actividad te lo quitas e incluso lo secas un
poco, seguro que te durará más que si no lo hicieras. Y si el reloj es de los modernos, de los que directamente te toma las pulsaciones él sin pulsómetro al pecho, pues obviamente nada de muñequera, a pelo y a ver cuánto aguanta.
Huelga
decir que en los dispositivos electrónicos son válidos todos los
consejos que seguramente ya conocerás sobre el mantenimiento de la
batería de tu móvil o portátil, esto es, desconectar el cargador una vez la
carga está completa, etc.
Con
estas medidas básicas y alguna otra que se te ocurra, seguro que tu
equipo resiste unas cuantas carreras más. ¡Aprovéchalo!
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