martes, 14 de febrero de 2017

IX Carrera Popular de Villalgordo del Júcar


La previsión meteorológica anunciaba una tarde chunga, chunga, con frío, viento y lluvia, pero conforme el coche se acercaba a Villalgordo del Júcar el cielo no pintaba tan mal, y de hecho al final no hubo lluvia, sólo algo de viento y no demasiado frío.

Encaro esta prueba con sentimientos encontrados. Por un lado necesito volver a competir, ya que llevo meses sin hacerlo, y además necesito que me salga bien. Pero por otro estoy desanimado y llevo tiempo sin apenas poder entrenar. Aparte, poco antes de la prueba nos enteramos de la mala noticia: Nos fallan las rubias y como íbamos justitos no vamos a puntuar como equipo, qué se le va a hacer.

Esta prueba tiene trampa, son 9 kilómetros supuestamente llanos, así que mucha gente se la toma como un 10K rápido y sale a tope (y luego lo paga). Yo ya cometí ese error el año pasado, así que este año lo sé, y dado que no vamos a puntuar y que me sé poco entrenado, decido salir relativamente tranquilo y tratar de hacerla progresiva (por cierto, la carrera en sí es bastante chula). De hecho, incluso consigo hacer algo que llevo tiempo intentando: No miro mi tiempo del año anterior, así que esta vez no tendré la presión de saber lo que hice para tener que batirme a mí mismo. Como salga, salga.

Pero como no podía ser de otra forma, entre la cola y que para la típica meada de última hora me meto por calles raras y me pierdo, consigo encontrar la recta de salida cuando el Villa ya está diciendo que queda un minuto y que vamos a ser rigurosamente puntuales, así que el disparo me pilla cuando aún me estoy poniendo los guantes y ajustando el GPS, por lo que los primeros metros los hago bastante lento.

Salida tranquilita

De todas formas, eso no me viene mal, ya que acabo justo al lado de mi vecino Juan Moreno (Quien no corre vuela), quien corre más que yo pero que suele hacer las carreras progresivas, así que decido seguir su estela mientras pueda, de manera que los primeros kilómetros los hago a 4:10, y no debemos ir mal porque adelanto a Salva y a Juli del Quijote, que son corredores con los que últimamente estoy corriendo de igual a igual.

En el kilómetro 3 la cosa se empieza a torcer, ya que empieza la “cuesta”, así que aunque son sólo 50 metros de subida repartidos en un kilómetro, se nota, y el que la cosa pique para arriba hace bajar el ritmo. Juan se me va poco a poco, y veo también en la distancia a Miguel Ángel Escribano (Las Peñas), que también corre más que yo pero que viene de una lesión y que debería ser una referencia visual (de hecho, durante bastante rato me quedo en “tierra de nadie” entre dos grandes grupetes, sin conseguir alcanzar a los de delante, pero sin bajar ritmo y que me pillen los de atrás). Aquí empiezo a notar la falta de entrenamiento, pues si bien los primeros kilómetros he aguantado bien y he mantenido las pulsaciones por debajo de 170, ahora ya empiezo a superar esa cifra.

Afortunadamente, todo lo que se sube se tiene que bajar, y del kilómetro 5 al 6 corro a 4 y además recupero pulsaciones, aprovechando para quitarme los guantes y aligerarme en lo posible porque definitivamente la tarde no es tan fría como había previsto (o al menos eso me parece). Como esperaba, estoy bastante cansado, pero sólo quedan 3 kilómetros y tengo que aguantar.

Está siendo una carrera rara. Normalmente a partir del km 3-4 se suele establecer ya un grupo en el que prácticamente no hay cambios ni adelantamientos: Alguno que viene por detrás fuerte nos pasa y alguno que se hunde delante se queda, pero en general nos mantenemos los mismos en las mismas posiciones salvo como mucho el último kilómetro. Sin embargo esta vez el “grupo” de más o menos 10 que estamos a la vista nos vamos adelantando mutuamente. Te pasa uno que al siguiente kilómetro se queda, te pasan dos que al rato vuelves a pasar, y va todo como a base de acelerones y frenadas. Ya digo, no es lo que yo tengo como “normal” en las carreras, así que supongo que las navidades, el viento y los sube-baja de la prueba están pasando factura (a mí el primero).

Creando estilo...

Los últimos kilómetros los estoy haciendo a 4:15 (que a la larga será mi ritmo medio de carrera), así que entro en fase de “¿Qué necesidad? ¿Y qué pasa si bajas el ritmo, qué crimen cometes, a quién le va a importar?”, pero claro, me importa a mí, así que toca trabajo mental del bueno para conseguir mantener el ritmo.

Dicho trabajo mental sufre un severo varapalo cuando al empezar el último kilómetro meto mi típico cambio de ritmo animado porque ya queda poco, ya que el reloj me indica que voy a 180 pulsaciones, en teoría mi límite máximo, así que el pensar que me queda todo un kilómetro así me desanima un pelín, pero me digo a mí mismo que venga, que queda poco, que es como una serie, y que cuando vea la meta las piernas me llevarán solas.

No me llevan solas, y más porque el último medio kilómetro es cuesta arriba y además estoy yendo a 4. Tanto es así que incluso le pregunto a los que llevo detrás que si van a esprintar, y cuando Juan López del DSC Running me dice que no estoy a punto de dejarme llevar ante el poco probable cambio de posiciones. Pero cuando giro la última curva y veo la meta resurgen mis viejos vicios, y pienso que total para lo que queda, cada posición ganada es una victoria. Allá que voy.

El empezar “tranquilo” tiene ahora su recompensa, ya que consigo ponerme bastante rápido, tanto que adelanto una posición e incluso veo a lo lejos a Miguel Ángel Escribano, pero cuando adelanto una segunda posición pasa algo que me descentra: Cuando le he adelantado, se para a coger a su hijo/nieto para entrar con él de la mano. Una cosa es adelantar a uno que va esprintando o al menos manteniendo el ritmo, pero a alguien que se para no me hace gracia, no le estás ganando realmente. Sin embargo estamos ya al lado de la meta, y simplemente el no parar en seco me hace llegar, lo siento, José María López del 27 de Agosto. De hecho, el titubeo casi me cuesta la posición porque desde atrás venía un Grego con fuerza.

La carrera ha terminado, y aunque en ese momento estoy bastante jodido, cuando a los pocos minutos me recupero me alegro del esfuerzo realizado. Mucho más cuando unas horas más tarde, en casa, compruebo mi marca del año pasado y veo que me he batido a mí mismo en casi un minuto. Además, viendo las posiciones de la gente con la que más o menos suelo estar en las carreras, compruebo que efectivamente estoy algo bajo de forma pero no mucho. Justo la inyección de moral que necesitaba.

El resto del equipo también se porta: Álvaro y Luis demuestran que están en forma (aunque a Álvaro un “espontáneo” le hace perder unas posiciones en la recta de meta), y Carlos, Fernando y Nuria la hacen en grupo bastante tranquilos dado que venían todos de un largo periodo de inactividad. Incluso Isma la hace mejor de lo que él mismo decía. Un buen comienzo de temporada, puesto que los que corríamos hoy lo hacíamos creo que todos por primera vez este circuito.

 
Tenéis la clasificación general aquí.

Piscolabis, chocolatito caliente, cervecita (muy bien todo el aspecto logístico de Villalgordo, salvo quizá el colusco que había en la mesa de los dorsales entre el 400 y el 600), y ale, pa casa.

Al día siguiente toman el relevo los héroes de Bienservida, pero esa es otra historia.

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